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martes, 25 de febrero de 2014

SÍNODO DE LOS OBISPOS III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA LOS DESAFÍO PASTORALES SOBRE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN



SÍNODO DE LOS OBISPOS
III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA
LOS DESAFÍO PASTORALES SOBRE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN

Documento preparatorio

Ciudad del Vaticano 2013
I – El Sínodo: familia y evangelización
La misión de predicar el Evangelio a toda la humanidad ha sido confiada directamente por el Señor a sus discípulos y es la Iglesia quien lleva adelante tal misión en la historia. En el tiempo que estamos viviendo, la evidente crisis social y espiritual llega a ser un desafío pastoral, que interpela la misión evangelizadora de la Iglesia para la familia, núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. La propuesta del Evangelio sobre la familia en este contexto resulta particularmente urgente y necesaria. La importancia del tema surge del hecho que el Santo Padre ha decidido establecer para el Sínodo de los Obispos un itinerario de trabajo en dos etapas: la primera, la Asamblea General Extraordinaria del 2014, ordenada a delinear el “status quaestionis” y a recoger testimonios y propuestas de los Obispos para anunciar y vivir de manera creíble el Evangelio de la familia; la segunda, la Asamblea General Ordinaria del 2015, para buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia.
Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la difusión de parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la adopción de hijos. Entre las numerosas nuevas situaciones, que exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los matrimonios mixtos o interreligiosos; la familia monoparental; la poligamia, difundida todavía en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la consiguiente problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia; fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo relativista en la concepción del matrimonio; influencia de los medios de comunicación sobre la cultura popular en la comprensión de la celebración del casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en la propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto matrimonial; la difusión del fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de úteros); nuevas interpretaciones de los derechos humanos. Pero, sobre todo, en ámbito más estrictamente eclesial, la debilitación o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el poder terapéutico de la penitencia sacramental.
A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos desafíos. Por ejemplo, si sólo se piensa que en el actual contexto muchos niños y jóvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrán ver jamás a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los desafíos puestos por la situación actual, por otro lado difundida ampliamente en la “aldea global”, a la evangelización.
Esta realidad presenta una singular correspondencia con la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas. Por lo tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos temas parece tanto necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la caridad de los Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino también frente a toda la familia humana.
II- La Iglesia y el Evangelio sobre la familia
La buena noticia del amor divino ha de ser proclamada a cuantos viven esta fundamental experiencia humana personal, de vida matrimonial y de comunión abierta al don de los hijos, que es la comunidad familiar. La doctrina de la fe sobre el matrimonio ha de ser presentada de manera comunicativa y eficaz, para que sea capaz de alcanzar los corazones y de transformarlos según la voluntad de Dios manifestada en Jesucristo.
En relación a la citación de las fuentes bíblicas sobre el matrimonio y la familia, se indican en el presente texto sólo las referencias esenciales. Así también para los documentos del Magisterio parece oportuno limitarse a los documentos del Magisterio universal de la Iglesia, integrándolos con algunos textos del Pontificio Consejo de la Familia e invitando a los Obispos que participan en el Sínodo a referirse a los documentos de sus respectivos organismos episcopales.
Desde siempre y en las más diversas culturas no ha faltado nunca la enseñanza clara de los pastores ni el testimonio concreto de los creyentes, hombres y mujeres, que en circunstancias muy diferentes han vivido el Evangelio sobre la familia como un don inconmensurable para la vida de ellos y de sus hijos. El compromiso del próximo Sínodo Extraordinario es impulsado y sostenido por el deseo de comunicar a todos, más incisivamente este mensaje esperando que, de este modo, «el tesoro de la revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando los corazones de los hombres» (DV 26).
El proyecto de Dios Creador y Redentor
La belleza del mensaje bíblico sobre la familia tiene su fundamento en la creación del hombre y la mujer, ambos hechos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,24-31; 2, 4b-25). Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor, de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad suprema de participar así en la obra creadora de Dios.
En el don del fruto de la propia unión asumen la responsabilidad del crecimiento y de la educación de otras personas para el futuro del género humano. A través de la procreación, el hombre y la mujer cumplen en la fe la vocación de ser colaboradores de Dios en la custodia de la creación y en el crecimiento de la familia humana.
El Beato Juan Pablo II ha comentado este aspecto en la Familiaris Consortio: «Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26s): llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor (1Jn 4,8) y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión (cf. Gaudium et Spes, 12). El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» (FC, n. 11).
Este proyecto de Dios creador, que el pecado original ha trastornado (cf, Gn 3,1-24), se ha manifestado en la historia a través de las vicisitudes del pueblo elegido hasta la plenitud de los tiempos, cuando, con la encarnación del Hijo de Dios no sólo quedó confirmada la voluntad divina de salvación, sino también, con la redención, fue ofrecida la gracia para obedecer a esa misma voluntad.
El Hijo de Dios, el Verbo hecho carne (cf. Jn 1,14) en el vientre de la Virgen Madre, vivió y creció en la familia de Nazaret y participó en las bodas de Caná enriqueciendo la fiesta con el primero de sus “signos” (cf. Jn 2,1-11). Él ha aceptado con alegría la hospitalidad familiar de sus primeros discípulos (cf. Mc 1,29-31; 2,13-17) y ha consolado el luto de la familia de sus amigos de Betania (cf. Lc 10,38-42; Jn 11,1-44).
Jesucristo ha restablecido la belleza del matrimonio proponiendo nuevamente el proyecto unitario de Dios, que había sido abandonado por la dureza del corazón humano, aún en la tradición del pueblo de Israel (cf. Mt 5,31-32; 19,3-12; Mc 10,1-12; Lc 16,18). Volviendo al origen, Jesús ha enseñado la unidad y la fidelidad entre los esposos, reprobando el repudio y el adulterio.
Precisamente a través de la extraordinaria belleza del amor humano – ya celebrada con matices inspirados en el Cantar de los Cantares y prefigurada en el vínculo esponsalicio exigido y defendido por Profetas como Oseas (Os 1,2-3,3) y Malaquías (Ml 2,13-16) – Jesús ha confirmado la dignidad originaria del amor conyugal del hombre y de la mujer.
La enseñanza de la Iglesia sobre la familia
También en la comunidad cristiana primitiva la familia aparece como «Iglesia doméstica» (cf. CCC 1655). En los llamados “códigos familiares” de las Epístolas Apostólicas neotestamentarias, la grande familia del mundo antiguo es considerada como lugar de la solidaridad más profunda entre mujeres y maridos, entre padres e hijos, entre ricos y pobres (cf. Ef 5,21-6,9; Col 3,18-4,1; 1Tm 2,8-15; Tt 2,1-10; 1P 2,13-3,7; cf. además la Epístola a Filemón). En particular, la Epístola a los Efesios ha visto en el amor nupcial entre el hombre y la mujer «el gran misterio», que hace presente en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32).
En el curso de los siglos, sobre todo en la época moderna hasta nuestros días, la Iglesia no ha hecho faltar su constante y creciente enseñanza sobre la familia y sobre el matrimonio que la fundamenta. Una de las expresiones más altas ha sido propuesta por el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et Spes, la cual, refiriéndose a los problemas más urgentes, dedica un capítulo entero a la promoción de la dignidad del matrimonio y de la familia, como aparece en la descripción de su valor para la constitución de la sociedad: «Así, la familia, en la que distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad» (GS 52). De especial intensidad es el llamado a una espiritualidad Cristocéntrica para los esposos creyentes: «los propios cónyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo cariño, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocación, por medio de su fiel amor, sean testigos de aquel misterio de amor que el Señor con su muerte y resurrección reveló al mundo» (GS 52).
También los Sucesores de Pedro, después del Concilio Vaticano II, han enriquecido con su Magisterio la doctrina sobre el matrimonio y sobre la familia, en particular Pablo VI con la Encíclica Humanae vitae, que ofrece específicas enseñanzas sobre los principios y sobre la praxis. Sucesivamente el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio ha querido insistir en este aspecto, al proponer el designio divino sobre la verdad originaria del amor de los esposos y de la familia, en estos términos: «El único “lugar” que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo (cf. Gaudium et Spes, 48), que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora» (FC 11).
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estos datos fundamentales: «La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento [cf. GS 48,1; CIC can. 1055, §1]» (CCC 1660).
La doctrina expuesta en el Catecismo se refiere tanto a los principios teológicos como al comportamiento moral, tratados en dos títulos distintos: El sacramento del matrimonio (nn. 1601-1658) y El sexto mandamiento (nn.2331-2391). La atenta lectura de estas partes del Catecismo ayuda a la comprensión actualizada de la doctrina de la fe, que ha de sostener la acción de la Iglesia ante los desafíos del presente. Su pastoral se inspira en la verdad del matrimonio considerado en el designio de Dios, que ha creado el hombre y la mujer y en la plenitud de los tiempos ha revelado en Jesucristo también la plenitud del amor esponsalicio elevado a sacramento. El matrimonio cristiano fundado sobre el consenso y también dotado de efectos propios, como los bienes y las obligaciones de los esposos, sin embargo no ha sido sustraído al régimen del pecado (cf. Gn 3, 1-24), que puede procurar heridas profundas y también ofensas a la misma dignidad del sacramento.
La reciente Encíclica del Papa Francisco, Lumen Fidei, habla de la familia en su vínculo con la fe que revela «hasta qué punto pueden ser sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos» (LF 50). «El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer: nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del Creador, de su sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada». «La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (LF 53).


Este es un breve resumen del documento

Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la difusión de parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la adopción de hijos.
Entre las numerosas nuevas situaciones, que exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los matrimonios mixtos o inter-religiosos; la familia monoparental; la poligamia, difundida todavía en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la consiguiente problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia; fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo relativista en la concepción del matrimonio; influencia de los medios de comunicación sobre la cultura popular en la comprensión de la celebración del casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en la propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto matrimoni al; la difusión del fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de úteros); nuevas interpretaciones de los derechos humanos.
Pero, sobre todo, en ámbito más estrictamente eclesial, la debilitación o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el poder terapéutico de la penitencia sacramental. A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos de safíos. Por ejemplo, si sólo se piensa que en el actual contexto muchos niños y jóvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrán ver jamás a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los desafíos puestos por la situación actual, por otro lado difundida ampliamente en la “aldea global”, a la evangelización.
Esta realidad presenta una singular correspondencia con la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas.  Por lo tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos temas parece tanto necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la caridad de los Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino también frente a toda la familia humana.

TRABAJO SINODO DE LA FAMILIA



TRABAJO SINODO DE LA FAMILIA



Mons. Vincenzo Paglia
RECORRIDO HISTORICO
ROMA, 13 Oct. 13 El Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Mons. Vincenzo Paglia, explicó a ACI Prensa que ha sido “providencial” que el Papa Francisco dedique el próximo Sínodo para los Obispos - encuentro que reúne a todos los obispos del mundo en el Vaticano-, al tema de la pastoral familiar.
Mons. Paglia explicó que después del Concilio Vaticano II y la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio del Beato Juan Pablo II, este Sínodo “es algo realmente providencial, es una caricia extraordinaria del Papa Francisco a las familias”.
El pasado 8 de octubre el Vaticano dio a conocer que el Papa Francisco decretó que se celebre una Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos entre los días 5 y 19 de octubre de 2014 en la Santa Sede sobre el tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”.
En declaraciones a los periodistas Mons. Paglia explicó que el Papa Francisco le hizo una consulta en los días previos a su encuentro con el Consejo de Cardenales sobre diversos temas relativos a la familia, y su próximo encuentro podría darse durante las reuniones de la Asamblea Plenaria de su dicasterio.
 “El Papa Francisco está subrayando un camino que todos debemos tomar con sabiduría inteligencia audacia estando junto al Papa. Retomar la imagen de la pesca milagrosa, la de Pedro con pocos peces, todos debemos ir todos con él a pescar”, agregó.
El Arzobispo italiano hizo estas declaraciones el 10 de octubre, durante la presentación en la Sala de Prensa del Vaticano de la Asamblea Plenaria de su dicasterio que se celebra del 23 al 25 de octubre y la presentación de la Peregrinación de las Familias, que acontecerá posteriormente a las reuniones, los días 26 y 27 de octubre.
El Prelado italiano señaló que esperan que Roma se convierta en esos días en la capital de la familia, e invitó a todos a peregrinar a la ciudad eterna para “festejar junto al Papa”, por otro lado aquellos quienes no puedan participar podrán estar presentes a través de la televisión, pues el evento será retransmitido en directo.
Se espera que unos 150 mil peregrinos lleguen a Roma para la cita, provenientes de 75 naciones distintas que disfrutarán del encuentro en cinco lenguas: español, inglés, italiano, portugués, y francés.
Además, durante las jornadas, se hablará de las distintas problemáticas que afronta la familia según las diferentes naciones y se proyectará un video realizado en Siria para apoyar el proyecto “Las familias del mundo por las familias de Siria”.
Mons. Paglia resaltó que desde el Vaticano II, la Iglesia “ha dado muchos pasos en relación a la pastoral familiar”, y, partiendo de una de las constituciones que emanan del Concilio, la Gaudium et Spes, “no hay duda de que el Papa Bergoglio está acogiendo en este contexto esa simpatía extraordinaria que acaricia a la familia y al mundo”.
“La familia es el gran recurso de la humanidad”, concluyó.

CONTEXTO HISTORICO
Esta mañana 05-11-13, se ha presentado en al Aula Juan Pablo II de la Sala Stampa de la Santa Sede el Documento preparatorio de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos con el tema: Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización, que se celebrará del 5 al 19 de octubre de 2014.

En la rueda de prensa han participado este martes el Cardenal Peter Erdo, arzobispo de Budapest (Hungría) y Relator General de la III Asamblea General Extraordinaria; el secretario general del Sínodo de los Obispos, monseñor Lorenzo Baldisseri y monseñor Bruno Forte, secretario especial de esta Asamblea General Extraordinaria.

La institución sinodal como instrumento real y efectivo de comunión

Monseñor Lorenzo Balidisseri ha explicado que “el proceso de elaboración de cada asamblea sinodal comienza con una consulta entre los diversos organismos que son interpelados sobre el tema en cuestión” y muestra que en este caso se produce una renovación metodológica para que “la institución sinodal sea un instrumento real y efectivo de comunión a través del cual se exprese y se realice la colegialidad deseada en el Concilio Vaticano II”.

“Es evidente que la crisis social y espiritual del mundo actual afecta a la vida familiar y crea una verdadera urgencia pastoral que justifica la convocatoria de una Asamblea General Extraordinaria”, explica monseñor Baldisseri , que muestra como en reuniones precedentes se elaboró “un Documento preparatorio, que ahora les presentamos, y que ha sido enviado a los organismos competentes, que ya se han puesto al trabajo”.

“Para iniciar el proceso de consulta se ha invitado a las diócesis a difundir el Documento de forma capilar en los decanatos y parroquias con el fin de obtener datos concretos y reales sobre el tema sinodal. Una petición similar se ha formulado a los demás organismos que participarán en el Sínodo”, ha señalado monseñor Baldisseri, que ha recordado que la fecha máxima para la entrega de las respuestas es finales de enero de 2014.

La sacramentalidad del matrimonio

A su vez el Cardenal Peter Erdö, ha comentado el documento y ha explicado cómo “contiene algunas referencias explícitas a los aspectos jurídico- canónicos y pastorales de la entera problemática”.

“El documento, así como la Iglesia misma, une estrechamente la problemática de la familia con la de matrimonio. También afirma que el matrimonio proviene de la voluntad del Creador y, como dice el punto 2 del Cuestionario, el matrimonio existe "según la ley natural"”, ha subrayado el cardenal Erdö, y por eso se “indaga sobre la visión de la cultura civil sobre el fundamento natural de la familia en los distintos países”.

Para el relator del Sínodo, “la parte teológica del documento, presentando la enseñanza de la Iglesia sobre la familia cita el apartado 52 de la Constitución pastoral Gaudium et Spes, que corrobora que "la familia (...) es verdaderamente el fundamento de la sociedad", en ella las generaciones se encuentran y se ayudan a "alcanzar una sabiduría humana más completa y a armonizar los derechos de la persona con las demás exigencias de la vida social" y cita también la exhortación apostólica Familiaris Consortio (nº 11) del beato Juan Pablo II.  ESTE PUNTO ES PARA MI PERSONALMENTE EL MAS IMPORTANTE A TENER ENCUENTA…

En su intervención ha abordado la importancia de la sacramentalidad del matrimonio ya que “no depende de un acto de voluntad especial de las partes contrayentes, sino que procede del hecho de que los dos bautizados representan sacramentalmente a Cristo y a la Iglesia. Si el matrimonio entre dos cristianos es válido, es un sacramento, aun cuando las partes no lo sepan o no tengan un especial deseo de recibir un sacramento”.

“No se pueden rechazar los novios católicos que quieran celebrar el verdadero matrimonio ante la Iglesia por el único motivo de su escasa religiosidad o la escasez o falta de su fe religiosa”, explica el cardenal Erdö, recordando que "las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad”. 

El documento también aborda las uniones de hecho sin reconocimiento religioso o civil y recuerda que “hoy es estadísticamente todavía más vasto el fenómeno de las parejas que viven juntas sin matrimonio religioso o civil y que representan en algunos países la mayoría de las parejas que conviven y la gran mayoría de las parejas jóvenes”.

“Con respecto a los divorciados y vueltos a casar (pregunta 4 c-e), se aborda también la cuestión de su atención pastoral y el problema de por qué algunos de ellos se sienten marginados en la Iglesia (4 d)”, explica el cardela Erdö, añadiendo que “la cuestión no parece referirse especialmente al acceso a los sacramentos de la penitencia y la comunión - dicho tema se indica en la pregunta 4 e) - pero puede referirse a otras áreas de la vida eclesial, como por ejemplo, las relaciones de trabajo en las instituciones de servicio público a cargo de la Iglesia etc”.

Sobre la nulidad matrimonial, “se refiere a la posibilidad de simplificar el procedimiento de declaración de nulidad del matrimonio” y con respecto a las uniones de personas del mismo sexo, “las preguntas 5. a-d) tratan de aclarar las diferentes reglamentaciones civiles y la actitud pastoral de la Iglesia”.

Otros de los temas que se abordan es “la educación de los hijos que viven en el contexto de situaciones matrimoniales irregulares”, la apertura de los cónyuges a la vida, o la práctica del sacramento de la Penitencia”.

Atención, hospitalidad y misericordia

Finalmente monseñor Bruno Forte ha abordado la colegialidad del Papa Francisco y muestra que “el Obispo de Roma ha compartido la reflexión común, escuchando a todos y trabajando sobre el discernimiento y las elecciones, que compiten para su ministerio petrino”.

Para monseñor Bruno forte, el Papa quiere “una amplia y profunda escucha de la vida de la Iglesia y de los desafíos más vivos a los que hace frente, compartido en un camino progresivo, con dos etapas fundamentales, que pueda llevar a todos los representantes del entero colegio episcopal a madurar propuestas fiables para ofrecer al discernimiento del Obispo de la Iglesia que preside en el amor”.
“Con el Papa Francisco estamos llamados a transcurrir por los caminos del Concilio y de sus enseñanzas en relación a la Iglesia comunión, imagen de la Trinidad divina, una en el amor, en la variedad de dones y de los servicios que la enriquecen”, ha añadido.

En su intervención ha explicado que existe una invitación para toda la Iglesia a “ponerse a la escucha de los problemas y expectativas que viven hoy tantas familias, manifestándoles cercanía, presentándoles de forma creíble la misericordia de Dios y la belleza de la respuesta a Su llamada” y para ello, ha destacado, se encuentra el estilo del Papa Francisco: “atención, hospitalidad y misericordia”.

"Hay problemas, inéditos hasta hace pocos años, desde la difusión de las parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces incluso excluyen esta idea; a la unión entre personas del mismo sexo, a quienes se les permite la adopción de hijos”, explica monseñor Bruno Forte, así como “situaciones contextuales nuevas, que requieren una atención especial por parte de la Iglesia, de la cultura del "no compromiso" y de la presupuesta inestabilidad del vínculo a la reformulación de la misma idea de familia”.

Hoy domingo, 29-12-13:
festividad de la Sagrada Familia, a las 12 del medio día, el Papa Francisco dirigió el Angelus ante cientos de personas que se reunieron en la Plaza de San Pedro. A ellas se unieron multitud de familias reunidas en diversas partes del mundo, entre ellas Madrid, Barcelona, Nazaret y Loreto.
El Papa Francisco en su alocución invitó a los asistentes a “pedir con fervor a María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra y a san José, su esposo para que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado”.
El Obispo de Roma exhortó: “Mientras fijamos la mirada en la Santa Familia de Nazaret en el momento en que está constreñida a hacerse prófuga, pensamos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Pero también pensamos en los “exiliados” que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas”.
El Papa explicó que para saber cómo va una familia basta con ver cómo se trata en ella a los niños y a los ancianos. Y expresó que Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. “La fuga en Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero es también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en la libertad, proyecta y elige para la vida y la dignidad suya y de sus familiares”.
El Vicario de Cristo dijo que la sencillez de la vida de la Sagrada Familia es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco.
Animó a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad, porque “el anuncio del Evangelio pasa ante todo a través de las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana”.
Después del rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco recordó que el próximo Sínodo de los Obispos afrontará el tema de la familia y que la fase preparatoria ya se ha iniciado desde hace algún tiempo. Por ello, en esta Fiesta de la Sagrada Familia, el Santo Padre quiso encomendar a Jesús, María y José, este trabajo sinodal, rezando por las familias de todo el mundo. E invitó a todos a unirse espiritualmente a él en la oración que luego pronunció:

Oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia

 

«Jesús, María y José, en ustedes contemplamos el esplendor del amor verdadero, a ustedes nos dirigimos con confianza.  Sagrada Familia de Nazaret, haz que también nuestras familias sean lugares de comunión y cenáculos de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas Iglesias domésticas.  Sagrada Familia de Nazaret, que nunca más en las familias se vivan experiencias de violencia, cerrazón y división: que todo el que haya sido herido o escandalizado conozca pronto el consuelo y la sanación.  Sagrada Familia de Nazaret, que el próximo Sínodo de los Obispos pueda despertar en todos la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, su belleza en el proyecto de Dios Jesús, María y José, escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén.