Agenda de Actividades

Recomendamos dar clic en Imprimir para ver el tamaño orignal

domingo, 9 de marzo de 2014

10 señales de que estás en una buena relación de pareja


10 señales de que estás en una buena relación de pareja

relacionesdepareja
Todas esperamos encontrarnos en una buena relación de pareja, una que nos haga bien, que tenga futuro y sea sana para los dos…
En este artículo estudiaremos 10 cosas que nos indican que estamos en una buena relación, una que nos conviene.
 
10 señales de que estás en una relación saludable:

1.     Te ríes con tu pareja.

La risa es saludable, especialmente dentro de una relación. Si de vez en cuando eres capaz de reír con él, es una muy buena señal de que las cosas van bien, que ambos se sienten cómodos el uno con el otro. Intenta reír con él, a ser posible al menos una vez por día. Encuentra algo que lo que juntos puedan reírse, tal vez sea un juego, una comedia televisiva, una conversación sobre algo que siempre resulta gracioso… ¡pero ríe con él”!

2.     Ambos son capaces de reconocer sus errores.

Puede que resulte duro reconocer que te has equivocado en algo, pero nadie es perfecto, todos cometemos errores. Tú los cometerás y él los cometerá. Pero puedes utilizarlo para aprender de los errores, para corregirte y mejorar como persona y como relación. Cuando salte un conflicto reconócelo si es que te has equivocado, y ojalá él también sea lo suficiente maduro para hacerlo también. Reconocer nuestros errores y ser capaces de pedir perdón cuando hacemos las cosas mal es algo  que definitivamente nos ayuda a mantener una buena relación de pareja.

3.     Hay planes de futuro.

Poder hablar juntos del futuro con sueños de estar juntos haciendo cosas es una buenísima indicación de que las cosas van por buen camino. En cambio, si tu pareja nunca quiere hablar del futuro puede ser signo de todo lo contrario, que sólo quiere pasar un buen rato contigo.

4.     Hay perdón.

Si ambos son capaces de perdonarse cuando el otro hace algo mal, la relación se hará más fuerte. Si no perdonamos y guardamos rencor o constantemente le recordamos a nuestra pareja los errores que cometió, entonces los conflictos seguramente irán en aumento hasta posiblemente desintegrar la relación.

5.     Hay respeto por el espacio personal.

Esta es otra buena indicación de una buena relación saludable y donde hay confianza el uno en el otro. Está muy bien disfrutar de las mismas cosas, pero no siempre se debe estar juntos, a veces las personas necesitamos un poco de espacio. Si hay cosas de las que disfrutas haciendo sola, hazlos, y si a él le gusta hacer algo sólo, permíteselo sin desconfianza.

6.     Hay igualdad y justicia.

Siempre conseguir lo que quieres no es indicación de que la relación sea buena, puede ser signo de que sólo se piensa en si mismo y no en la otra parte. Por ejemplo, si siempre son las películas que tú querías ver las que se acaban viendo, puede ser signo de que él esté cediendo pero tarde o temprano eso cansa y se puede volver en contra. No es justo que tú o él siempre escoja qué hacer, o que siempre tome las decisiones la misma persona.

7.     Hay apoyo en los momentos duros.

Una cosa que no debe faltar es el apoyo en los momentos duros, y no sólo palmaditas en la espalda en las alegrías. Una buena relación de pareja es capaz de darse apoyo cuando se pasa por tristezas y malos momentos. A todo el mundo le gusta un buen brazo en el que cobijarse y llorar y unas caricias en el pelo que buscan consolar.

8.     Se puede hablar de todo.

Poder hablar de las cosas sin tapujos, sin guardártelas, es algo que puede jugar mucho a favor de la pareja, evitando que los problemas se hagan tan grandes que acaben por explotar y hacer más daño que si se hubiesen tratado abiertamente en un principio.Hay cosas de las que cuesta hablar, algunas veces por timidez o por lo que sea… intenta encontrar alguna forma de tocar los temas que necesitas tocar, tal vez escribir cartas sea una buena solución.

9.     Hay respeto mutuo.

Cuando se falta el respeto a la persona que amamos, algo está fallando claramente. Pero en cambio, el saber respetarse aun en las diferencias es algo que demuestra lo fuerte que es la relación que los une. A veces puede suceder que nuestra pareja tenga una diferencia de opinión o de sentir con nosotras, puede ser algo que le incomode mucho pero con la que tú te sientas a gusto, saber reconocer los límites y no sobrepasarlos es saber respetar. Cuando no intentamos empujar a nuestra pareja a ir contra sus principios e ideales estamos respetando a nuestra pareja. El respeto es algo indispensable para toda buena relación y por lo tanto un excelente indicativo de si la relación es saludable o no.

10.  Hay confianza.

El principal indicativo de que se está en una buena relación de pareja es que se puede confiar el uno en el otro, que la desconfianza no está presente. Cuando hay desconfianza o se recupera (a veces demasiado difícil) o se acaba destruyendo la relación. Una relación en la que uno de los dos desconfía del otro es difícil de sostener, pues la vida se hace dura si uno de los dos constantemente está pensando que en algo malo anda su pareja. Por ejemplo, puede suceder que tu pareja o marido durante varios días seguidos esté llegando tarde del trabajo. Si estás desconfiando de él cada vez que llega tarde la situación se vuelve tensa e insana para los dos. A veces hay trabajo extra que hacer y no tiene porqué ser mentira y provocar desconfianza. Si te ha sido infiel en el pasado esta confianza es más difícil de recuperar y la pareja puede recibir desconfianza incluso cuando no está haciendo nada malo. Esto es muy incómodo y puede acabar por romper la pareja. Siempre tengamos cuidado de no estar desconfiando por nada porque la desconfianza es destructora.
Si parece que estás en una relación que no cumple estos requisitos debes considerar romper la relación o si es posible rescatarla. En aquellas señales positivas arriba indicadas que estés fallando, con las que no te puedas identificar, intenta crecer en ellas, intenta que la relación entre los dos mejore en esos puntos. Cuanto antes procedas a reparar las áreas de tu relación que están fallando, más futuro podrás tener en tu pareja actual. No dejes pasar más tiempo fallando en estas cosas, porque cuanto más tiempo se pasa así, más difícil se hace resolverlo y puede que no quede otra solución que la de romperla porque en el fondo no te hace bien ni a ti ni a él.

9 consejos que el Papa Francisco dio a los novios

El 14 de febrero de 2014 el Vaticano se convirtió en la capital de los novios: miles de parejas de diferentes países abarrotaron la plaza de san Pedro para un encuentro con el Papa Francisco quien de ese modo quiso saludar y acompañar a todos aquellos que se preparan para el matrimonio. Tres parejas le formularon algunas preguntas al Santo Padre. He tematizado las respuestas y les ofrezco los 9 consejos que el Papa Francisco dio a los novios. Consejos ágiles, realistas y positivos que valen también para quienes ya están casados (la numeración y el titular antes de cada consejo es nuestro):
***
1. La casa se construye juntos 
«[…] el amor es una relación , entonces es una realidad que crece, y podemos incluso decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no solos. Construir significa aquí favorecer y ayudar el crecimiento. Queridos novios, vosotros os estáis preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para siempre. No queréis fundarla en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa, que sea espacio de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre. Por favor, no debemos dejarnos vencer por la «cultura de lo provisional». Esta cultura que hoy nos invade a todos, esta cultura de lo provisional. ¡Esto no funciona!».

2. Cómo perder el miedo al «para siempre»: una cuestión de calidad
«[…] ¿cómo se cura este miedo del «para siempre»? Se cura día a día, encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, construido por pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común, construido con el compromiso de llegar a ser mujeres y hombres maduros en la fe. Porque, queridos novios, el «para siempre» no es sólo una cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, sino que es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. Me viene a la mente el milagro de la multiplicación de los panes: también para vosotros el Señor puede multiplicar vuestro amor y donarlo a vosotros fresco y bueno cada día. ¡Tiene una reserva infinita de ese amor! Él os dona el amor que está en la base de vuestra unión y cada día lo renueva, lo refuerza. Y lo hace aún más grande cuando la familia crece con los hijos».
3. La oración que deben rezar los novios y de los esposos
«En este camino es importante y necesaria la oración, siempre. Él para ella, ella para él y los dos juntos. Pedid a Jesús que multiplique vuestro amor. En la oración del Padrenuestro decimos: «Danos hoy nuestro pan de cada día». Los esposos pueden aprender a rezar también así: «Señor, danos hoy nuestro amor de cada día», porque el amor cotidiano de los esposos es el pan, el verdadero pan del alma, el que les sostiene para seguir adelante. Y la oración: ¿podemos ensayar para saber si sabemos recitarla? «Señor, danos hoy nuestro amor de cada día». […] Ésta es la oración de los novios y de los esposos. ¡Enséñanos a amarnos, a querernos! Cuanto más os encomendéis a Él, tanto más vuestro amor será «para siempre», capaz de renovarse, y vencerá toda dificultad».

4. Aprender a pedir permiso
«”¿Puedo, permiso?”. Es la petición gentil de poder entrar en la vida de otro con respeto y atención. Es necesario aprender a preguntar: ¿puedo hacer esto? ¿Te gusta si hacemos así, si tomamos esta iniciativa, si educamos así a los hijos? ¿Quieres que salgamos esta noche?... En definitiva, pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Pero escuchad bien esto: saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Y no es fácil, no es fácil. A veces, en cambio, se usan maneras un poco pesadas, como ciertas botas de montaña. El amor auténtico no se impone con dureza y agresividad. En las Florecillas de san Francisco se encuentra esta expresión: «Has de saber, hermano carísimo, que la cortesía es una de las propiedades de Dios... la cortesía es hermana de la caridad, que extingue el odio y fomenta el amor» (Cap. 37). Sí, la cortesía conserva el amor. Y hoy en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hay necesidad de mucha más cortesía. Y esto puede comenzar en casa».
5. Aprender a decir gracias
«”Gracias”. Parece fácil pronunciar esta palabra, pero sabemos que no es así. ¡Pero es importante! La enseñamos a los niños, pero después la olvidamos. La gratitud es un sentimiento importante: ¿recordáis el Evangelio de Lucas? Una anciana, una vez, me decía en Buenos Aires: «la gratitud es una flor que crece en tierra noble». Es necesaria la nobleza del alma para que crezca esta flor. ¿Recordáis el Evangelio de Lucas? Jesús cura a diez enfermos de lepra y sólo uno regresa a decir gracias a Jesús. Y el Señor dice: y los otros nueve, ¿dónde están? Esto es válido también para nosotros: ¿sabemos agradecer? En vuestra relación, y mañana en la vida matrimonial, es importante tener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios, y a los dones de Dios se dice ¡gracias!, siempre se da gracias. Y con esta actitud interior decirse gracias mutuamente, por cada cosa. No es una palabra gentil que se usa con los desconocidos, para ser educados. Es necesario saber decirse gracias, para seguir adelante bien y juntos en la vida matrimonial.


6. Aprender a pedir perdón
«En la vida cometemos muchos errores, muchas equivocaciones. Los cometemos todos. Pero tal vez aquí hay alguien que jamás cometió un error. Levante la mano si hay alguien allí, una persona que jamás cometió un error. Todos cometemos errores. ¡Todos! Tal vez no hay un día en el que no cometemos algún error. La Biblia dice que el más justo peca siete veces al día. Y así cometemos errores... He aquí entonces la necesidad de usar esta sencilla palabra: «perdón». En general, cada uno de nosotros es propenso a acusar al otro y a justificarse a sí mismo. Esto comenzó con nuestro padre Adán, cuando Dios le preguntó: «Adán ¿tú has comido de aquel fruto? ». «¿Yo? ¡No! Es ella quien me lo dio». Acusar al otro para no decir «disculpa », «perdón». Es una historia antigua. Es un instinto que está en el origen de muchos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir perdón. «Perdona si hoy levanté la voz»; «perdona si pasé sin saludar»; «perdona si llegué tarde», «si esta semana estuve muy silencioso», «si hablé demasiado sin nunca escuchar»; «perdona si me olvidé»; «perdona, estaba enfadado y me la tomé contigo». Podemos decir muchos «perdón» al día. También así crece una familia cristiana. Todos sabemos que no existe la familia perfecta, y tampoco el marido perfecto, o la esposa perfecta. No hablemos de la suegra perfecta... Existimos nosotros, pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: no acabar jamás una jornada sin pedirse perdón, sin que la paz vuelva a nuestra casa, a nuestra familia. Es habitual reñir entre esposos, porque siempre hay algo, hemos reñido. Tal vez os habéis enfadado, tal vez voló un plato, pero por favor recordad esto: no terminar jamás una jornada sin hacer las paces. ¡Jamás, jamás, jamás! Esto es un secreto, un secreto para conservar el amor y para hacer las paces. No es necesario hacer un bello discurso. A veces un gesto así y... se crea la paz. Jamás acabar... porque si tú terminas el día sin hacer las paces, lo que tienes dentro, al día siguiente está frío y duro y es más difícil hacer las paces. Recordad bien: ¡no terminar jamás el día sin hacer las paces! Si aprendemos a pedirnos perdón y a perdonarnos mutuamente, el matrimonio durará, irá adelante. Cuando vienen a las audiencias o a misa aquí a Santa Marta los esposos ancianos que celebran el 50° aniversario, les pregunto: «¿Quién soportó a quién?» ¡Es hermoso esto! Todos se miran, me miran, y me dicen: «¡Los dos!» Y esto es hermoso. Esto es un hermoso testimonio».
7. Ver el matrimonio como una fiesta
«[…] el matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana. El motivo más profundo de la alegría de ese día nos lo indica el Evangelio de Juan: ¿recordáis el milagro de las bodas de Caná? A un cierto punto faltó el vino y la fiesta parecía arruinada. Imaginad que termina la fiesta bebiendo té. No, no funciona. Sin vino no hay fiesta. Por sugerencia de María, en ese momento Jesús se revela por primera vez y hace un signo: transforma el agua en vino y, haciendo así, salva la fiesta de bodas. Lo que sucedió en Caná hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta de bodas: lo que hará pleno y profundamente auténtico vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y dona su gracia. Es su presencia la que ofrece el «vino bueno», es Él el secreto de la alegría plena, la que calienta verdaderamente el corazón. Es la presencia de Jesús en esa fiesta. Que sea una hermosa fiesta, pero con Jesús. No con el espíritu del mundo, ¡no! Esto se percibe, cuando el Señor está allí».
8. Las bodas deben ser sobrias
«[…] que vuestro matrimonio sea sobrio y ponga de relieve lo que es verdaderamente importante. Algunos están más preocupados por los signos exteriores, por el banquete, las fotos, los vestidos y las flores... Son cosas importantes en una fiesta, pero sólo si son capaces de indicar el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición del Señor sobre vuestro amor. Haced lo posible para que, como el vino de Caná, los signos exteriores de vuestra fiesta revelen la presencia del Señor y os recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y el motivo de vuestra alegría».
9. El matrimonio supone un trabajo de los dos
«El matrimonio es también un trabajo de todos los días, podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. Y esto se hace entre vosotros. Esto se llama crecer juntos. Esto no viene del aire. El Señor lo bendice, pero viene de vuestras manos, de vuestras actitudes, del modo de vivir, del modo de amaros. ¡Hacernos crecer! Siempre hacer lo posible para que el otro crezca. Trabajar por ello. Y así, no lo sé, pienso en ti que un día irás por las calles de tu pueblo y la gente dirá: «Mira aquella hermosa mujer, ¡qué fuerte!...». «Con el marido que tiene, se comprende». Y también a ti: «Mira aquél, cómo es». «Con la esposa que tiene, se comprende». Es esto, llegar a esto: hacernos crecer juntos, el uno al otro. Y los hijos tendrán esta herencia de haber tenido un papá y una mamá que crecieron juntos, haciéndose —el uno al otro— más hombre y más mujer».