La
familia, esperanza de la sociedad
La Comisión Episcopal de Familia e
infancia, a través del Departamento ejecutivo, con motivo de celebrarse entre
el 03 y el 10 de Noviembre la Semana Nacional de la Familia, caracterizada por
la ya tradicional Campaña “Abrazo en Familia” 2013, escogió como lema “La
familia, esperanza de la sociedad”.
Es harto conocida la afirmación de que ‘la
familia es la célula fundamental de la sociedad’. En consecuencia, la salud
total del organismo social depende en gran medida del buen estado y funcionamiento
de las células que lo componen. Un diagnóstico acertado que descubra los males
que le aquejan permitirá buscar los remedios indicados y poder así esperar una
recuperación.
Un aspecto importante a tener en cuenta
es el papel de la familia en el descubrimiento, crecimiento, celebración y
transmisión de la fe. “En la medida en que la familia cristiana acoge el
Evangelio y madura en la fe, se hace comunidad evangelizadora”
(Familiaris consortio 52). Y cita una
frase del Papa Pablo VI: “La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un
espacio donde el evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia”. (ib).Otra
tarea que, por principio, corresponde en primer término a los padres es la educación
de los hijos, tan cuestionada y amenazada hoy día. Recibiendo un firme ejemplo,
los hijos tienen derecho a crecer en una justa libertad ante los bienes materiales,
aprendiendo a hacer buen uso de ellos, adoptando un estilo de vida sencillo y
austero, como lo ha enfatizado el Papa Francisco en Brasil, convencidos de que ‘el
hombre vale más por lo que es que por lo que tiene’ (Gaudium et spes. 35).
Entre la familia y las otras instancias
educadoras, debe existir una actitud de cooperación para bien del niño que se
está formando. Tal como lo establece la legislación, debe asegurarse
absolutamente el derecho de los padres a la elección de una educación conforme
con su fe religiosa. Pero al derecho primario de los padres a velar por la
educación de sus hijos, como complemente existe “el grave deber de
comprometerse a fondo en una relación cordial y efectiva con los profesores y directores
de las escuelas” (F.C., 40) Inculcar los valores espirituales y morales en el
seno de la familia contribuye a crear un ambiente propicio para la socialidad, “ejemplo
y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto,
justicia, diálogo y amor” (Fc, 43).
Trabajar por el fortalecimiento de los vínculos
familiares es una manera efectiva de brindar un aporte valioso a la sociedad,
enriqueciéndola en la construcción de un mundo más justo y más fraterno, basado
en el respeto de la dignidad humana.
La campaña anual a favor del
robustecimiento de la familia, promovida y organizada por la Iglesia, va
dirigida a todas las familias: no sólo a las bien constituidas sino también a
las afectadas por la desunión, las rivalidades y el desamor. Las primeras se
enriquecen, dando desde su propia experiencia de convivencia en la fe y el
amor, y las segundas con el ejemplo, la ayuda y la solidaridad de aquéllas. Es
una campaña de optimismo, de renovación, de rescate y promoción de valores, que
nos permite abrigar esperanzas en un mañana mejor, en el que se vean
fortalecidas las familias particulares y, por ende, la gran familia humana.
Con mi Bendición.
Mons. Rafael Conde Alfonzo
Obispo de Maracay
Presidente de la Comisión episcopal de Familia e infancia
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